[1] Su fundación se documenta a finales del siglo XIV (1393), aunque su origen es anterior, pudiendo haber existido algunas más.
[7] La segunda parte, redactada en catalán, constituye la solicitud propiamente dicha, presentada por la villa de Ademuz al rey.
[11]-[9] Cuando los miembros de cada cofradía se juntaban para la comida anual, «los mayordomos establecían una tarifas, para sufragar los gastos»:
[9] La elección de cargos tenía también su protocolo, para cuyo cumplimiento se reunían solo los mayorales, «y los salientes elegían a los nuevos», que pasaban a regir la administración y contabilidad de la asociación durante el siguiente año.
La falta de asistencia se sancionaba; además, «cada cofrade estaba obligado a rezar cincuenta padrenuestros y otras tantas avemarías por el alma del difunto».
[9] Cuando fallecía un vecino que no pertenecía a la cofradía, podía ser enterrado con los mismos beneficios que cualquier cofrade si así lo había dispuesto en su testamento, lo había pedido de palabra él mismo o sus allegados; en este caso se debía abonar la correspondiente tasa a la cofradía, equivalente 10 sueldos valencianos, considerándose no obstante, «un entierro por caridad».
Asimismo, poseían también "andas o cajones de muertos" para el transporte de los difuntos a la iglesia o al cementerio, «paños dorados para preparar el catafalco durante los sepelios y funerales».
Los familiares o albaceas de los difuntos no pertenecientes a la cofradía debían pagar 10 sueldos por la sepultura, si querían ser "enterrados por caridad".
El dinero proveniente de las sanciones impuestas era invertido en cera y obras pías.
[9] Cabe decir al respecto que durante los años finales del siglo XIV la corona otorgó estatutos a numerosas cofradías del Reino de Valencia, lo que supuso pingües ingresos para las arcas reales; ello se ha relacionado con la maltrecha economía real, las guerras contra los sardos y otros acontecimientos.