Gastronomía de Baleares
Las primeras noticias sobre una gastronomía balear aparecen en el siglo XV, pero quizás quien más se afanó en dejar cumplida cuenta de lo que encontró en sus visitas a las islas fue el Archiduque Luis Salvador de Austria, que en su obra Die Balearen[2] dedicó una parte a la gastronomía isleña.Distingue este autor entre cocina rural (más primitiva, basada en el pan, legumbres y frutas, que componen repetitivamente tres platos: sopas de col, escudellas de habas y pa amb oli, aceitunas e higos.Los amos de las possessions no comían distinto a los jornaleros, pero sí acompañaban las sopas con huevos fritos, sobrasada, butifarrons y xulla.El pescado, sin embargo, se consideraba un alimento de vigilia aunque muy popular en el sentido peyorativo del término.El Archiduque Luís Salvador describe tres platos típicamente mallorquines: los escaldums, el capó a la rei En Jaume y el frit de menudillos.Plato de las más honda tradición cuya preparación constituía todo un ritual.[6] La alimentación vegetalista genera una cocina de temporada que en Baleares asume dos vías fundamentales: A medida que las sociedades crecen y se complican, se consume menos verdura.[7] El archiduque Luis Salvador menciona más de 22 clases de hortalizas (habas, alubias, guisantes, coliflores, col, porro, lechuga, endivia, espinacas, acelgas, alcachofa, perejil, zanahoria, rábano, patata, boniato, cebolla, ajo, tomate, berenjena, pimiento, calabaza).En cuanto a las legumbres, el predominio de las habas fue evidente hasta el siglo XX, cocinadas en escudella, o como faves parades.[8] En Baleares existe una amplia tradición repostera inicialmente surgida para días de fiesta.Otro pastel muy apreciado era la tortada real (o tambor), con almendra, los suspiros de Manacor, los doblegats Pastas saladas y dulces.El origen de los dulces está en el matrimonio entre las especias y el azúcar con un objetivo terapéutico, cual era prevenir las afecciones digestivas provocadas por comer en exceso.