Colette Boilet, clarisa urbanita, quiso acabar con la situación y devolver al primitivo espíritu de la orden.
En 1406, aconsejada por el franciscano Enrique de Baume, fue a Niza y obtuvo del antipapa Benedicto XIII la autorización para reformar los monasterios de la orden y fundar nuevos.
Fracasó, sin embargo, en su primera tentativa de reformar el monasterio de Baume-les-Messieurs, y decidió fundar, en 1410, un nuevo monasterio en Besançon: siguieron las fundaciones de Auxonne (1410), Gante (1412), Poligny (1415), Heidelberg (1444) y Amiens...
Hacia el final de su vida (1447) había diecisiete monasterios reformados.
Las coletinas son una orden de rigurosa vida de clausura, dedicadas a la plegaria y la vida contemplativa.