Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en 2006 y 2007 pudieron confirmar que la primera ocupación del Teso se remonta a la Primera Edad del Hierro, y la construcción de las cisternas coincidiría con el final de las guerras cántabras, dejando de estar ocupado el lugar a partir del siglo I.
[1] Situadas en la parte central del Teso, presentan planta rectangular y unas medidas de siete por once metros y estaban cubiertas por bóveda de cañón.
Sobre estas cisternas hay referencias desde los setenta a través de Virgilio Sevillano y después Ricardo Martín Valls y Germán Delibes de Castro las vincularon con un posible asentamiento militar relacionado con una vía romana que atravesaba la zona.
Igualmente, se instalaría una escalera para poder bajar a las mismas así como paneles informativos.
[5] El castro y las cisternas del Teso de la Mora están declarados Bien de Interés Cultural desde 1983 pero su expediente sigue abierto y todavía sin resolver.