[a] El carácter mundial de las artes y oficios del campo, determina su particular estudio y personal iconografía en virtud del hemisferio, continente, país o comarca donde se registre la existencia y aplicación de un calendario agrícola.
[b] Ya los antiguos autores griegos y romanos que escribieron sobre agricultura y ganadería dejaron algunos ejemplos de tratados agrícolas.
[d] Aunque se continúa especulando con el sentido simbólico del calendario románico del Panteón Real de San Isidoro,[3] en el sentido de que no es un calendario agrícola de orientación campesina, sino una metáfora sobre el paso del tiempo, como enseñanza moral para nobles y reyes, lo cierto es que las representaciones pintadas en el panteón reproducen imágenes del ciclo anual agrícola.
[4] Tanto el calendario como el hoy llamado ciclo agrícola –como curso anual del trabajo del campo y sus industrias (del tipo ‘Calendario de Siembra y Zonificación Agroclimática de cultivos’)–, tienen en América una raíz precolombina.
[5] Educada, manipulada y explotada durante el periodo colonial,[6] esa raíz esencial sigue rastreándose en el conjunto de los ritos, festejos y trabajos agrícolas del siglo xxi.