[3] No se ha establecido el origen exacto de la etimología del campamento minero, se han entregado hipótesis sobre su origen relacionandose con el hecho del afincamiento de tribus Atacameñas que habitaron la región, llamadas Collas o también Chusquis.
Por su pasado salitrero y la represión contra los movimientos obreros, los hermanos Guggenheim, decidieron cambiar el nombre de su compañía por Chile Exploration Company, que por un error fue identificada durante mucho tiempo como Chilex.
Así desde sus inicios Chuquicamata contó con dos campamentos, distantes tres kilómetros entre sí y conectados por la avenida Tocopilla.
Aquí se encontraban los carabineros, los bomberos y el primer hospital de Chuquicamata que lo hacía muy exclusivo.
En orden descendente, se veía el levantamiento de las casas que ocuparían los superintendentes designadas tipo Large A.
Fueron las casas tipo Latas, construcción hecha con pilares de madera, cubiertas por esterillas a las que luego se les agregaba cemento granulado.
Detrás de este complejo se ubicaban los Tipos C, una construcción que destacaba al entrar un pequeño hall, living, comedor, dos o tres dormitorios y el característico patio cerrado con esterilla.
Por dentro un extenso pasillo con varias piezas, a las que se les llamó luego Los Buques, porque tenían una similitud con las habitaciones de las embarcaciones.
De igual manera, en el sitio hoy conocido como Planta Nórmac, se edificaron 8 buques con 34 piezas cada una para obreros y dos más para los empleados que quedaran frente al campamento Latas.
Para el resto de los funcionarios existía un sistema instalado por la administración en donde continuamente se vigilaban las casas y si es que sus moradores realmente las habitaban.
En los años ochenta fue cerrado por la expansión del campamento y se construyó uno nuevo en el sector de la villa Auka-Huasi, siendo inaugurado en 1985.
Con una capacidad para 1840 personas, hace sesenta años apenas si alcanzaba a satisfacer la demanda de diversión.
Desde 1973 en la dictadura militar las misas se realizaban a puertas cerradas debido al toque de queda instaurado en aquellos años.
Dedicado exclusivamente a los obreros del campamento, fue ideado para reunir en un solo edificio las más variadas comodidades.
Muy conocidas en las salitreras se extendieron hasta los campamentos mineros, incluyendo todo tipo de productos, la Villa Covadonga no fue la excepción.
Los primeros estaban específicamente determinados en tarjetas de racionamiento y solo podían ser adquiridas en las cantidades que en ellas se expresaban.
El derecho a esta ración se extendía al obrero o empleado, además de su esposa legítima, los hijos e hijas ilegítimas, naturales o hijastros hasta los 18 años y, los padres del trabajador cuando el soporte económico de la familia sufría algún accidente que le impidiera seguir prestando servicios a la compañía.
Algunos recordados integrantes fueron Alfredo Ramírez, Manuel Lagos, Aníbal Monterrey, Carmelo Guzmán (quien además era director de la Banda de la Escuela América), Joaquín Domínguez, Luis Gómez, Hernán Arcos, entre otros, y dos grandes talentos chuquicamatinos: Roberto Altamirano y Celso Torres quienes integraron la Banda siendo muy niños.
Estos grupos eran característicos de las salitreras y su calidad obviamente había trascendido las épocas, por cuanto algunos jefes los contrataban para que amenizaran también sus fiestas particulares.
Los fines de semana habían adquirido gran importancia para la población, tanto que algunos estadounidenses entusiasmados con las orquestas y grupos musicales se aventuraron a crear su propia agrupación de jazz, estilo que por aquellos años hacía furor en Estados Unidos.
Al compás de swing y el blue demuestran a los asistentes que son buenos bailarines.
Un hermoso jardín rodeaba esta construcción, las ventanas se abrían hacia arriba por un sistema de piolas y lienzas similares a las que había en el Campamento Americano.
Los servicios médicos y de farmacia eran gratuitos, los trabajadores acudían a los diferentes edificios para recibir sus medicamentos.
En Nueva York, Bradford se encontró con Roy H. Glover, vicepresidente del directorio de Anaconda, quien hizo suyo el proyecto.
La mayoría de estos establecimientos desaparecieron, sin embargo, para 2002 aún existían como verdaderas “instituciones” del recuerdo chuquicamatino, el emporio La Verbena y la sastrería Arenas.
También en esa época, consistente en la segunda década de existencia del campamento, se desarrollaron importantes empresas comerciales en los más variados rubros.
Su dedicación al trabajo fue premiada por los estadounidenses, que le permitieron construir un gran edificio de hormigón donde instaló la botica “Chilex”.
En los años setenta se inauguró la villa John Bradford para agradecer a ese médico doctor por su capacidad profesional, calidez y solidaridad.
El levantamiento de otras villas siguió su curso normal, como la villa Auka-Huasi y Atacama, además se reconstruyeron varias, solucionando prácticamente todos los problemas habitacionales del mineral, demostrando además un crecimiento sostenido que le dio sin duda un aspecto más de cuidado al antiguo campamento.
Frente al Club Chuqui se montó un escenario monumental, por el que desfilaron grupos locales, para finalizar con la presentación de La Sonora Palacios y Los Jaivas.