Tuvo un hermano gemelo, François, que murió a los seis meses de vida.
Su padre era abogado en el Parlamento, hizo posible que tuviera una buena infancia y asistiera a las mejores escuelas de la época.
Indudablemente hábil y con un notorio sentido práctico, recibe la protección de su hermano mayor Pierre, que era recaudador general.
Jamás luchó contra el sistema, lo cual le facilitó la supervivencia en una Francia muy convulsionada políticamente y en la que los favoritos caían con demasiada frecuencia.
Su vida, siempre dedicada al estudio, dejaba escaso margen a la fantasía.
En su primer libro Los muros de Troya (1661), no se muestra nada infantil.
Esta colección sufre dos falsificaciones ese mismo año: la edición de Jacques Desbordes, en Ámsterdam, Histoire ou Contes du temps passé.
Avec Moralites y la edición del Príncipe de Dombes, en Trévoux, Histoires ou Contes du temps passé.
Además, Perrault quería evitar una nueva polémica entre «los antiguos y los modernos» (era el líder de los últimos) que podría surgir al publicar sus Cuentos.
Así, el nombre de su hijo le vino muy bien para evitar que la lucha continuara.