Todas ellas forman parte de ese espacio geográfico conocido por «la Montaña», terreno en el que no faltan las colinas y los suelos fértiles, regados por los ríos Mero y Mendo.
Si hoy abundan los cereales, solanáceas, legumbres, alternando con pinares; antaño fue esta tierra muy poblada de laurel, incluso hasta tal punto que dieron su nombre a una de las parroquias, Loureda, y aún persiste con relativa frecuencia en el municipio.
En la parroquia de Loureda se conserva una capilla destinada a los devotos jacobeos.
En consecuencia, el Ayuntamiento de Cesuras acordó aprobar para su escudo con organización siguiente:
Cesuras era un ayuntamiento formado, fundamentalmente, por tierras de montaña, aunque cuenta también con colinas y suelos fértiles, donde se disfruta de un clima sano por ser tibio y tener buena ventilación.
Este hecho tuvo lugar en el año 1809, los 200 hombres y 200 caballos que componían los dos escuadrones desaparecieron.
Después de numerosas pesquisas e interrogatorios, todo quedó silenciado.
Finalmente fusiló a un gran número de lugareños y brigantinos.
Terminada la invasión francesa tan sólo se confirmó que los autores fueron los aldeanos que, cansados de sufrir atropellos, robos y mil atentados de jefes, oficiales y soldados, les dieron muerte, enterrándolos al mismo tiempo.
Los restos más antiguos que se conservan soy cinco castros, que se encuentran en las parroquias de Borrifans, Carres, Figueredo, y en los lugares de Aires (Trasanquelos) y Castillo (Dordaño).
Previsto como sanatorio para tuberculosos, el edificio se emplazó en este lugar por su altura y clima sano, aunque no se terminó la obra paralizándose en el año 1931, nunca llegó a utilizarse para la función sanitaria.