Como es usual, se pueden interpretar sus enseñanzas solo a través de lo que reportaban sus enemigos ortodoxos.
El recuento más temprano sobre Cerinto lo da Ireneo en su refutación del Gnosticismo, Adversus haereses (I: xxvi; III: iii y xi), escrito alrededor del año 170.
La ley judía se volvía entonces sagrada y esencial para la salvación.
En ese sentido, era similar a un ebionita en su cristología, pero gnóstico en su doctrina de la creación.
Algunos Padres de la Iglesia detractores del libro conocido como Apocalipsis de San Juan atribuían la autoría del mismo a Cerinto, debido principalmente a la semejanza doctrinal entre sus enseñanzas y la época del Milenio descrita en el libro.