Dos días más tarde, Asparros se presentaba ante la ciudad, que le abrió las puertas.El día 30 de mayo Tudela rendía pleitesía a Enrique y con ella toda la Ribera.Desde allí escribía el general a su soberano sopesando la opción de realizar un ataque preventivo en la orilla sur del Ebro debido a la concentración enemigas de tropas que se estaba produciendo.[3] Por su parte Pedro Mártir de Anglería postergaba al día 5 dicho inicio.[4] Asparros en su carta de 8 de junio apuntaba al día 6, aunque reconocía haber sostenido una escaramuza el día 5 a orillas del río, sin precisar dónde exactamente.Con este último cuatro cañones y 120 escopeteros,[6] cuyo papel fue determinante para frustrar el cerco al impedir que la batería real francesa pudiera aproximarse a las murallas y disparar con mayor puntería.[7] La ruta seguida por las tropas franco-navarras distó mucho de la que el mito le adjudica.Una vez salvado el obstáculo geográfico, se dirigieron hacia Logroño acampando en algún lugar del oriente de la ciudad.Ese mismo día 6 según informa Asparros se plantó la batería real a cargo del responsable de artillería, Lacapelle, auxiliado por el lugarteniente de la expedición, Santa Coloma.El único en hacer una alusión a la posibilidad de que la artillería gala lograse hacer brecha en las murallas es el cardenal Adriano, quien afirma en un despacho a Carlos I que "les tuvieron el sábado pasado [8 de junio] las puertas abiertas y jamás osaron entrarla ca en ella había muy buena gente y bien experimentada".No resulta fácil hacer un cálculo exacto de los daños materiales causados por el sitio en la ciudad y por la campaña en la región, aunque debieron ser cuantiosos.Logroño era tenida por la "llave de Castilla" y que quedase en manos francesas podía resultar un severo revés tanto en términos estratégicos como para la reputación del reino.Algo similar ocurriría poco después con otra de las "llaves" del reino, Fuenterrabía, que caería en manos galas en otoño de ese mismo año y permanecería bajo su dominio hasta 1524.[17] Ya en los años inmediatamente posteriores se aprecia los primeros síntomas en documentos como el voto de San Bernabé o los privilegios concedidos por Carlos I.Hasta la fecha, la documentación tiende a desmentir la casi totalidad de estos mitos.El ejército de Asparros estaba compuesto mayoritariamente por gascones y bearneses, pero también se le unieron contingentes navarros.Gómez recoge el dato y crea un guion temporal aún más completo, pero sin ninguna base documental.La Iglesia de Santiago, donde sitúa el cónclave, ni siquiera estaba disponible, ya que se hallaba en obras debido al incendio que había sufrido en torno a 1500.Según esta “tradición local” la víctima habría sido el mismísimo Asparros, aunque en realidad éste muriese en 1547.Otros autores, conscientes de esta incongruencia habrían identificado al sujeto abatido con el lugarteniente Santa Coloma.Para ello se habrían coordinado varios grupos de labriegos abriendo distintos canales y acequias de riego que desembocaban en la zona donde se había asentado Asparros y su hueste.No existe ningún documento que mencione este episodio y las pruebas circunstanciales apuntan totalmente en otras direcciones: 1520 y 1521 estaban siendo años muy secos, de hecho, el general francés había escrito a su rey describiendo el Ebro como “un arroyo”.
El
Memorial
de Albia de Castro es una de las principales fuentes de los mitos sobre el cerco de Logroño.