Cerámica impresa

Cerámica impresa es aquella obra de alfarería cuya superficie ha sido decorada con técnicas de impresión cuando la arcilla se encontraba aún tierna.

[1]​ Pueden diferenciarse dos tipos, según sea la técnica: por presión manual (digitada y ungulada), estrechamente relacionada con la llamada decoración incisa;[2]​ o bien, por impresión mediante una matriz, con decoraciones resultantes puntiformes, cuneiformes, de cestería, hechas con cuerdas o cordadas, hechas con peine, con ruedecillas dentadas, cardiales (realizadas con la ayuda de conchas), estampilladas, etc.[3]​ Natacha Seseña, en su manual sobre Cacharrería popular, la describe dentro del conjunto de recursos elementales en la decoración común a todos los alfares del mundo, por su simplicidad, identificándola con las técnicas de incisión, hechas con las uñas u objetos punzantes (huesos, cañas, palillos), o bien con herramientas posteriores más sofisticadas aunque elementales, como «peines, espátulas o ruedecillas».

[4]​ Siguiendo ese mismo criterio sobre técnicas comunes, y aplicando la definición de Nebrija, la decoración con impresiones, marcas o señales aplicada a la alfarería funciona dejando «una huella en negativo, generalmente de modo repetitivo».

[3]​ Dicha mezcla de nomenclaturas y criterios de catalogación hace que muy diversos ejemplos aparezcan con frecuencia como sinónimos (cerámica incisa, impresa, cardial, cordada, estampillada, etc.).

Su intención es exclusivamente estética o decorativa, buscando contrastes cromáticos, y tiene una variedad muy alfarera en las técnicas de relleno de pasta blanca (u otro color), que se consiguen ahuecando por presión manual sobre el barro fresco pequeños espacios para rellenarlos luego.

Vasija china del Neolítico (5000-4000 a. C.) en el museo de la Universidad de Harvard.