Poco después fue procesado por un artículo publicado en Guieiro,[2] revista que él mismo dirigió.
Estando de permiso en Celanova, criticó en una tasca al nuevo régimen y una vecina lo denunció ante las autoridades, por lo que pasó cuatro días y tres noches en una celda del monasterio de San Rosendo.
Desde entonces publicó habitualmente en el periódico Faro de Vigo, donde mantuvo diversas columnas hasta 1964.
En 1966 emigró a Venezuela, lo llamaron «aventura migratoria» pero, la salida hacia América respondió, en realidad, a la única posibilidad que le quedó tras sentir muy de cerca la persecución de las fuerzas represivas del franquismo.
Lo cuenta muy claramente en una carta personal dirigida a Camilo Díaz en la que explicó por qué aceptó el cargo de activista cultural dentro de la «Hermandad Gallega de Caracas»,[6] allí colaboró con la Hermandad, fundó el Patronato da Cultura Galega, y trabajó en el gabinete del presidente Rafael Caldera.
En 1977 fue candidato al Senado por el Partido Socialista Galego, pero no resultó elegido.
Con O soño sulagado (1954) se consagró como un poeta de gran habilidad formal.