Cecilio Acosta

Su primera educación estuvo a cargo del presbítero Mariano Fernández Fortique.

Por su temperamento, formación y gustos estéticos vivió apartado de la política.

Vestía siempre de negro, como si tuviese que entrar en cualquier momento a la Academia, y andaba por la calle como abismado en profunda meditación, de manera que solía pasar distraído sin saludar a sus más íntimos amigos.

No manifestaba en su conversación, algo monótona, las dotes que le adornaban en la tribuna; repetía una frase hasta la saciedad y giraba alrededor de un pensamiento con aquellas idas y venidas, vueltas y revueltas de la famosa ardilla de Iriarte; en ocasiones, sin embargo, brillaba con una idea radiosa que iluminaba su conversación como un relámpago.

[4]​ José Martí le dedicó un ensayo publicado en la Revista Venezolana,[2]​ que disgusta al presidente Guzmán Blanco motivo suficiente para ser expulsado del país.

Acosta por su crianza, y estudios teológicos en el seminario, era Católico, en un discurso llegó a afirmar "La religión Católica, más que ninguna otra institución, ha sabido dar a los suyos un temple tan superior de alma, que se busca y no se encuentra en las fuerzas naturales.

Homero tuvo que fingir a sus héroes invulnerables o dioses, para hacerlos sufridos, valientes y serenos.