[2] Muy eficaz con la muleta, alternado las suertes del volapié y de recibir, sabía colocar las banderillas con gracia.
[5] Un cronista de la época, sin embargo, escribió: «Cayetano es un muy fino torero, pero no se arrima».
En Jerez de la Frontera se enfrentó una tarde a ocho toros.
[5] Mucho tiempo después de retirarse del toreo aún aconsejaba a los muchachos que practicaban en las capeas.
El público le perdonó todas sus debilidades, debido a su elegancia inimitable, contando entre sus admiradores a Napoleón III y la emperatriz Eugenia de Montijo.