Catacumbas de Santa Inés

Esta información está confirmada por el poema del papa Dámaso I (366-384), grabado en una placa de mármol por su calígrafo Furio Dionisio Filócalo (esta placa, reutilizada como losa y descubierta por casualidad, se halla actualmente en el nártex de la Basílica de Santa Inés Extramuros).

Su redescubrimiento y exploración se produjo a comienzos del siglo XVI gracias al fraile dominico Onofrio Panvinio; posteriormente sería estudiado por Antonio Bosio en su Roma sotterranea (1632), si bien en esta obra mezcló las catacumbas de Santa Inés con el cercano Coemeterium maius (gran catacumba).

Durante el siglo XVIII las catacumbas de Santa Inés (y en particular la región II) resultaron seriamente dañadas por exploradores en busca de tesoros y reliquias.

Las catacumbas de Santa Inés se alzan en tres niveles y están divididas en cuatro regiones.

No poseen ninguna pintura significativa aunque sí albergan numerosos testimonios epigráficos: