Los marqueses habían conservado en su interior, en custodia, la espada Tizona del Cid Campeador, hasta 1848, año en que se traslada desde Marcilla a Madrid.
Inciden en su papel de fortaleza los fosos que lo rodeaban, en buena parte visibles hoy en día.
En los cuatro ángulos del cuadrado se elevan unos fuertes torreones, prismáticos, adosándose el suroriental en escorzo; otros torreones más esbeltos interrumpen el centro de los muros, salvo en el muro sur, que fue sustituido por una galería, que demolieron en 1986 los técnicos del Departamento de Cultura del Gobierno de Navarra.
Sobre el que da al exterior se abren dos ranuras para sostener el puente levadizo y en su centro un escudo muy perdido, mientras que en la clave del segundo se esculpe otro con un dragón rampante orlado por aspas.
El castillo tenía en su interior un patio de armas en torno al cual se distribuían las dependencias.