La ocupación musulmana del emplazamiento destruyó gran parte de las estructuras anteriores con la construcción de una fuerte alcazaba y una villa fortificada (ḥiṣn) que controlaba la extensa llanura situada a sus pies.
Se conservan en la actualidad parte de la alcazaba, enmascarada tras las reformas posteriores, la muralla del albacar y el aljibe.
Gracias a las condiciones del pacto de rendición la población allí establecida mantuvo sus costumbres y religión pero tuvo que trasladar su caserío a la ladera occidental del castillo formando una aljama o morería fortificada.
Durante el siglo XVI la fortaleza perdió toda su importancia militar al tiempo que la aljama fue ganando población hasta la consecución del título de villa en 1580.
Su situación a 370 metros sobre el nivel del mar permitía el control de la llanura agrícola que se abre en la ladera sudoeste del macizo y los caminos que conducían a Santa Magdalena de Pulpis y Peñíscola aunque no permitía la comunicación visual con el mar Mediterráneo debido a que los montes situados al este superan los 500 metros de altura.
Los vasos cerámicos con decoración incisa recuperados, en cuyo interior se depositaban las cenizas de los difuntos, pertenecían a dos lotes con diferente cronología.
Por una parte aparecieron recipientes con forma de cuenco de boca ancha con un corto cuello cilíndrico y decoración acanalada parecen pertenecer al siglo X a. C., por otra parte los recipientes poco profundos de perfil troncocónico recuperados fueron fechados en los siglos VIII y VII a. C.[3][4] Los elementos arquitectónicos visibles en la actualidad se corresponden sin embargo con la fortificación medieval y se desconoce si hubo presencia humana en el lugar con anterioridad al siglo XI d. C. debido a que durante la construcción de la alcazaba se rebajó el terreno destruyendo los posibles restos de edificios anteriores que existieran.
La alcazaba ocupaba el mismo espacio que la observable en la actualidad aunque la reforma del siglo XIII ha enmascarado casi por completo su trama.
Posee dos estancias interiores, la inferior que pudo cumplir funciones de silo y la superior destinada a la guardia.
Esta torre construida en época andalusí, fue posteriormente remodelada y controlaba la entrada a la alcazaba.
Toda la estructura fue restaurada en fechas recientes y se le añadió un terrado para consolidar sus muros e impedir la filtración de aguas.
Entre las principales obras realizadas destaca la construcción de dos grandes torres circulares y una nueva muralla en el sector noreste del castillo y la remodelación de la entrada principal al oeste.
[13] En el arrabal (aljama o morería) recién formado los moriscos pudieron mantener sus costumbres, lengua y culto, dedicándose principalmente al cultivo de algarroba.
[14] Aunque la aljama fue repoblada con cristianos en los años siguientes las familias establecidas abandonaron definitivamente la villa apenas unas décadas después.
La destrucción del emplazamiento, incluyendo la fortaleza, fue aumentando en los años siguientes y ya en 1677 todo el lugar aparecía en ruinas.