En el año 921 fue derrumbado parcialmente por Abderramán III ante la negativa de los cristianos mozárabes a abandonar la fortaleza.
En su interior, este emir independiente encontró refugio tras desembarcar en las playas de Almuñécar en el año 756.
Durante los siguientes años, los habitantes del castillo, en su mayoría cristianos mozárabes, lucharon ferozmente contra los monarcas cordobeses.
El segundo recinto presenta torreones al exterior, con una altura máxima de 5 metros y cuatro cubos en las esquinas.
El castillo podría convertirse en una atracción turística única en la zona, generando empleo y desarrollo económico para la región.
Este lugar cuenta con un gran potencial para desarrollar actividades turísticas, convirtiéndolo en un destino ideal para visitar y disfrutar durante los meses de verano cuando el nivel del embalse lo permite.
Hoy en día, el embalse es un espacio natural con una gran belleza y potencialidades especiales que lo convierten en un importante atractivo turístico.