En un principio era una fortaleza árabe pero fue reconquistada por el rey de León, Alfonso IX, en el año 1227 que la entregó a la Orden de Alcántara y le dio «fuero» en ese mismo año.
A mediados del siglo XIII este enclave es una Encomienda de la Orden pero deja de serlo a mediados del siglo XV con la correspondiente disminución de su poderío.
La fortaleza se fue abandonando progresivamente lo que contribuyó al deterioro del castillo y sus instalaciones.
El cuerpo principal de la fortaleza se situaba en la parte superior del cerro, tenía planta ovalada y disponía de un foso perimetral excavado en la roca.
Había otro recinto en una cota menor pero que también se ceñía a las curvas de nivel del terreno.