Al mismo tiempo, eran usados como residencias aristocráticas, alrededor de las cuales solía crecer una localidad.
Tras su aparición inicial en Irlanda, Escocia, el País Vasco (dorretxe) e Inglaterra en la Alta Edad Media, las casas torre fueron asimismo construidas en otras partes de Europa occidental,[2] especialmente en partes de Francia e Italia.
Aunque eran capaces de adoptar una función militar, fueron amuebladas para el confort y la interacción social.
Al oeste del País Vasco, en Cantabria y Asturias se hallan similares casas torre.
Estas casas torre típicamente no estaban destinadas para grandes acciones militares, para ese propósito, los cruzados confiaban en un número de castillos de la orden más grandes.
Varias de estas casas torre aún existen bien preservadas, como en Purtse, Vao o Kiiu, en Estonia.
Una teoría sugiere que estructuras privadas similares a torres proliferan en áreas donde la autoridad central es débil, lo que provoca la necesidad de un símbolo de estatus con defensas privadas contra ataques a pequeña escala.
Por ejemplo el Cáucaso Norte era un territorio en el que la fiera competición por recursos naturales limitados condujeron a rencillas crónicas entre vecinos.
Hay numerosos ejemplos de casas torre en Svanetia (Georgia), Chechenia e Ingusetia, donde la estructura social clánica sobrevivió hasta bien entrado el siglo XX.
Parecen haber sido construidas tanto por el prestigio entre las familias del pueblo como para su defensa.
Los ejemplares mejor conocidos son las de Gabinete Orlamünde, Reinstädt y Ziegenrück.
[2] Además de en Baja Silesia estas torres se han conservado en el sur del país.
La kula siempre tiene varios pisos y su planta es, con muy pocas excepciones, cuadrada, rara vez rectangular.
Alrededor de las torres y chimeneas hay un amplio patio rodeado en algunos lugares por un alto muro.
Había otros edificios en el patio, así como un pozo, si no, se traía el agua con un sistema de abastecimiento.