El estilo gótico tardío se combina con los nuevos aires del plateresco renacentista.
El palacio urbano se convierte en símbolo del poder de la nobleza.
En él se pueden observar reminiscencias del antiguo castillo medieval: altas torres, que se levantan orgullosas sobre el resto de los edificios de la ciudad, y una crestería que evocaría las almenas.
En la parte superior hay un blasón de los Maldonado enmarcado por molduras de líneas curvas y rectas, en la parte inferior del dintel se representan delfines, símbolo renacentista del amor, unidos a motivos vegetales.
También son importantes las cuatro grandes ventanas de estilo gótico y de excepcional belleza y variación, pues son todas distintas entre sí; esta asimetría es algo característico del gótico.
En el interior existe un patio con fusión de elementos medievales, mudéjares y renacentistas.
Tanto en la planta superior como inferior se repiten los blasones de ambas familias.
La escalera no se encuentra frente al zaguán, sino que sigue la tradición mediterránea (romana y musulmana) de preservar la intimidad del hogar a los curiosos.
Los elementos más destacados son las rejas de las ventanas y el artesonado del patio.
El artesonado de la segunda planta del patio está formada por motivos hexagonales que rodean un cuadrado.
Todos estos motivos aparecen ricamente policromados en colores blancos, azules y dorados.
Otra leyenda, mucho más extendida entre la población de la ciudad, es que la familia propietaria del edificio escondió sus joyas bajo una de estas conchas que adornan la fachada dejando documentado la cantidad escondida pero no la concha donde se ubicó, y quien quiera aventurarse a buscar ese tesoro debe aportar con anterioridad la cantidad estipulada como fianza.