Carlos Prats

Doctor en Ciencias Políticas y Sociología, con mención en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.

Su amigo de toda la vida René Schneider, asciende por el mismo incidente a comandante en jefe del Ejército.

Ambos creían que las armas que el pueblo le entrega al Ejército para defender la soberanía nacional no podían ser utilizadas para cambiar la voluntad popular expresada en las urnas.

Prats mantuvo, como lo había hecho Schneider, su compromiso con la institucionalidad de las fuerzas armadas, que debían obediencia estricta a la Constitución y las leyes.

Pero esta situación cambiaría, acorde se iba agudizando la polarización de la sociedad chilena.

Pero la relación profesional se va tornando en una relación de amistad: Entre 1971 y 1972 se centra en una intensa actividad profesional para, entre otros, colocar al Ejército en idénticas condiciones de remuneraciones con los demás institutos armados, y modernizar el Ejército.

Pero esta no desaparecería, y cada día que pasaba volvía a tomar sus ímpetus anteriores.

En este cargo, realiza una celebración a Pablo Neruda por la obtención del Premio Nobel de Literatura.

Al detenerse en una intersección de Las Condes, un pequeño coche Renault rojo se colocó al lado del general y, dentro del mismo, dos personas (dos hombres, según el general) comenzaron a reírse, burlándose de él y haciendo gestos obscenos.

La sublevación fue sofocada con éxito por el mismo general Prats, junto a fuerzas leales al Gobierno.

Mario Sepúlveda y Guillermo Pickering, dos generales leales a Prats, renuncian también en gesto de solidaridad.

Esto motivó que decidiera viajar con su esposa a España, donde una universidad de Madrid le había ofrecido dar clases durante un año.

El 30, a las 00.50 horas, al regresar Carlos Prats y su esposa Sofía Cuthbert a su casa en la calle Malabia 3305, Townley hizo detonar el explosivo por medio de control remoto, provocándoles la muerte instantánea.

Según el informe policial con carácter «estrictamente confidencial y secreto», «los restos del automóvil se hallaban esparcidos en un radio de 50 metros» y se observaban «restos calcinados de carne humana».

Prats fue velado en la casa mortuoria de la calle Cangallo 3200 de Buenos Aires, en presencia de muchas personas, incluyendo a sus tres hijas y al cónsul chileno Álvaro Droguett del Fierro, quien por indicaciones desde Chile le había negado los pasaportes a él y su esposa para poder dejar Argentina.

[16]​ En 2005, Diamela Eltit escribió Puño y letra, libro basado en el juicio.

En Argentina, las primeras investigaciones del juez en lo Penal Alfredo Nocetti Fasolino dictaron el «sobreseimiento provisional» en la causa al no poder identificar a los culpables.

[17]​ El caso Prats fue investigado por la juez argentina María Servini de Cubría.

[20]​[21]​ Townley fue interrogado por Servini 1999 sobre cómo cometió el doble asesinato en septiembre de 1974.

Sin embargo, dijo creer que las órdenes procedían de una «autoridad superior»:[22]​ La planificación y realización fueron exclusivamente mi obra.

Federico Willoughby-MacDonald, exencargado de comunicaciones de la Junta Militar, afirmó en Buenos Aires en noviembre del 2000 que el coronel Pedro Ewing Hodar le advirtió que Prats sería asesinado en esa ciudad.

[34]​ Tanto Contreras y Espinoza, como los otro cuatro condenados a los que el fallo otorga prisión efectiva, se encontraban ya en la cárcel cumpliendo otras condenas por violaciones a los derechos humanos durante la dictadura de Pinochet.

«También estamos conscientes que han perseguido justicia por más de 30 años y finalmente hoy día la obtienen», manifestó.

[13]​ y anunciaron que viajarán a Buenos Aires para entregarle personalmente el texto del fallo de la Corte Suprema.

Con su extrema crueldad violaron trágicamente, además, los principios que constituyen el acervo moral de la institución».

En otros sectores, el diputado Tucapel Jiménez, del Partido Por la Democracia (hijo del dirigente sindical Tucapel Jiménez asesinado por la dictadura), subrayó que el fallo constituye un reconocimiento a la lucha durante todos estos años de la familia y sus abogados para que se conociera «parte de la verdad de este crimen y finalmente se esté haciendo justicia».

[42]​ Lo hizo en Antofagasta, durante la ceremonia de juramento a la bandera, enfatizando que fue un «cobarde asesinato».

Townley está libre por un convenio firmado entre Pinochet y la justicia estadounidense, que condicionó la entrega.

En Buenos Aires, dedicaba su tiempo libre a sus memorias, cuyas páginas finales fueron escritas antes de su asesinato.

En 2005, el escritor Eduardo Labarca reconoció ser el autor de ese texto, escrito en Moscú por encargo del Partido Comunista de Chile (PC) y se disculpó ante las hijas del general.

Salvador Allende junto a Carlos Prats, el almirante Raúl Montero C. y el general César Ruiz D. , comandantes en jefe de las fuerzas armadas durante la Parada Militar .
Carlos Prats como vicepresidente de Chile, saluda a Pablo Neruda durante la ceremonia en homenaje al poeta hecha en el Estadio Nacional (1972).
Carlos Prats.
Sofía Cuthbert , esposa de Prats.
La presidenta Michelle Bachelet asistió en septiembre de 2014 a un responso en memoria del excomandante en jefe del Ejército, general Carlos Prats y su esposa, Sofía Cuthbert .