Carlos Malagarriga

[4]​ En 1889 se trasladó a Argentina,[5]​ donde escribió en El Correo Español, El Nacional y otros periódicos, a la vez que trabajaba como corresponsal de publicaciones madrileñas.

Considerado un «importante dirigente» del Partido Socialista de Argentina,[1]​ limitó su participación a la colaboración con la Biblioteca Obrera, creada en 1894, y con el Centro Socialista Obrero, trasladado en 1897 a la sede del recién fundado Partido Socialista.

[7]​ En 1902, al sancionarse la Ley de residencia que permitía la expulsión de los extranjeros que alterasen el orden público suspendió toda colaboración con él.

[7]​ Su intervención en la política argentina fue siempre limitada, al rechazar la naturalización,[8]​ y al contrario participó en gran número de iniciativas de los emigrados, algunas promovidas por él, de carácter cultural o mutualista, como el Ateneo Hispano Americano que creó en 1912 y a cuya inauguración asistieron Vicente Blasco Ibáñez y Rubén Darío.

[11]​[12]​ Surgieron desavenencias y un año después le fue admitida una dimisión que, según escribió en Un año de diplomacia republicana, texto escrito en su descargo, no había presentado.