Fue trasladado de un castillo a otro, presumiblemente para evitar que escapara.
Su prisión fue considerada demasiado cercana a territorio católico, por lo que fue trasladado de nuevo, esta vez al castillo de Fontenay-le-Comte.
Sin embargo, él mismo acabó renunciando al privilegio del título real y reconoció la legitimidad de su sobrino Enrique IV.
Murió en el castillo de Fontenay-le-Comte al año siguiente.
Habiendo sido destruido este establecimiento por un incendio en 1764, la losa de mármol que cubría su tumba fue trasladada a la Iglesia de San Jorge d'Aubevoye donde se puede ver hoy.