Carlos Arturo Arias Vicuña

Formado en Artes Plásticas y dedicado a la pintura, en 1994, influenciado por su pareja, la artista Mónica Castillo, decide dejar la pintura para dedicarse al bordado al percibir esta actividad como una opción de reflexión conceptual de la labor manual.

Sin embargo, en 1983 regresa a su país natal para estudiar la licenciatura en Artes Plásticas en la Universidad de Chile, en la capital, Santiago.

En 1988 regresa a México para estudiar la Maestría en Artes Visuales, en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM[3]​[2]​ Siendo muy joven, empezó a realizar exposiciones individuales y también colectivas en América y Europa.

Otra característica de sus obras era añadir objetos extra pictóricos a sus lienzos, como panes o velas.

En sus obras más sencillas empezó utilizando patrones de bordado como guía y los alteraba poniendo encima su diseño.

Arias empezó a intercalar las técnicas de bordado normalmente conocidas, jugando con otros materiales y superficies.

[1]​ Arias tomó el bordado, no solamente como un cambio de actividad artística, sino que adoptó esta práctica con un propósito totalmente crítico, porque la modernidad y las convenciones sociales han etiquetado el bordado como un arte menor, debido a la marginación que este recibió por ser una actividad femenina desde el renacimiento.

Este fenómeno, fue rápidamente explorado y explotado por Arias, en sus obras puso especial atención en transmitir las texturas e incluso invitaba al público a tocar las piezas llenas de diferentes fibras.

Estos murales son producto del trabajo de décadas, proponiendo una relación entre el arte y la vida.