Carlos Antonio del Río Rodríguez

Nació en Estados Unidos, ya que su padre fue desterrado por el presidente Calles.[2]​ Carlos vivió una infancia muy agitada por los constantes viajes que realizó con su familia, debido al oficio de su padre.En el 1934 inició la primaria en las escuelas Beacon Hill y Central Catholic, las cuales se encontraban en San Antonio.En 1945 entró al colegio Francés de Morelos, en el cual completó la preparatoria.No obstante, interrumpió sus estudios y viajó a Francia un año por las labores diplomáticas de su padre.En 1950 regresó a la Facultad, para cuatro años más tarde titularse como abogado.Incluso, su tesis profesional llevó por nombre “La Ley Federal del Impuesto sobre Ingresos Mercantiles y su jurisprudencia”.El abogado presentó su tesis a los licenciados Jorge I. Aguilar, Francisco Ruiz de la Peña y Ezequiel Burguete, así como a los doctores Guillermo López Velarde y Ricardo García Villalobos.Asimismo logró mejorar las condiciones laborales de todo el personal a su cargo.Sus objetivos fueron evitar el rezago en la resolución de asuntos y mejorar las condiciones laborales del personal a su cargo.No obstante, por motivos personales se retiró del cargo al final de 1990.Por otra parte, es indiscutible que el crecimiento del Poder Judicial Federal ha hecho que los requerimientos…en lo administrativo se hayan multiplicado, sigue siendo de primordial importancia reforzar y reorganizar las diferentes direcciones administrativas.Cerremos filas; olvidemos lo que nos pudiera dividir y juntos trabajemos en bien de México.[4]​ “Los 28 años transcurridos, primero en el tribunal Fiscal y después en la Suprema Corte de Justicia, me han revelado aspectos de la función del juzgador que no señalan los textos ni se aprenden en la Universidad; sólo se descubren en su ejercicio.Es éste el que, como práctica cotidiana, lleva a entender lo singular de tal función, cuya esencia es la imparcialidad.El libro que más influyó en la carrera del ministro fue Elogio de los jueces escrito por Piero Calamandrei.Luis Donaldo Colosio le tenía mucho respeto al ministro del Río.