Francisco de los Ángeles Quiñones

Probablemente recibió la primera instrucción en su casa, y ciertamente la que bajo la vigilancia de Cisneros se impartía a sus pajes.

En la Obediencia e Instrucción que les diera, «carta magna de la civilización mexicana» (M. Cuevas), subraya las cualidades del misionero, alude a las normas del método misional e indica cómo aunar apostolado y vida regular.

Quiñones intentó de nuevo pasar a México en 1526 con facultades extraordinarias, eclesiásticas y civiles, para promover la evangelización.

Clemente VII le mandó en la segunda mitad de 1526 como emisario secreto al Emperador, con quien se entrevistó en Granada; volvió en 1527 encontrando a Carlos V en Valladolid; la tercera entrevista tuvo lugar en Madrid, en 1528.

En el segundo viaje fue capturado y maltratado por los piratas berberiscos, ocupándose de su liberación el mismo Papa.

Distribuyó el salterio por los días de la semana, redujo maitines a un nocturno y tres lecciones, y suprimió partes menores, todo con la idea de hacer hablar principalmente a la Sagrada Escritura.

San Pío V prohibió su uso en 1568 por diversas razones, pero fue el precursor y modelo de la próxima reforma del breviario.

Quiñones defendió en Roma los intereses de España, si bien no participó en un primer plano en la política.

Sepulcro de Francisco de los Ángeles Quiñones conservado en la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén de Roma, obra de Jacopo Sansovino de 1536.