Más tarde, el príncipe de Villena cedió esta villa a su hijo Sancho.
Su origen es confuso, pudo ser un calabozo, ya que ha sido utilizado como cárcel en numerosas ocasiones, o propiedad de un noble.
También cabe destacar la iglesia de San Andrés Apóstol, construida en el siglo XVI sobre una anterior estructura conservando sus muros.
Debido a problemas económicos, la obra fue paralizada y la parroquia estuvo terminada en el siglo XIX.
A mitad de recorrido, en la zona llamada La Pilarica, se prende otro montón y comienza la carrera.