Canto de la Sibila
Precisamente, Mallorca y Alguer son los dos únicos lugares en los que el canto constituye una tradición que se prolonga de forma continuada desde la Baja Edad Media hasta nuestros días, habiendo quedando incluso inmune de la prohibición acaecida en el Concilio de Trento (1545 - 1563) y a cualesquier otra vicisitud.El Canto de la Sibila constituyó pues una tradición cultural cristiana que tenía como tema central el juicio final que se emitiría sobre buenos y malos, es decir, sobre los fieles al Rey y Juez Universal, cuya llegada era anunciada desde la fiesta de su nacimiento en la condición humana.El primer paso en el proceso de popularización fue la incorporación del canto en latín en las catedrales, por sus presbíteros.En este sentido, a dicha consueta de tempore mallorquina se le incorporó un añadido o apéndice redactado en la segunda mitad del siglo XV, en concreto entre 1463 y 1468, que amplía la dramatización del Canto de la Sibila, que podía ser interpretado en latín por presbíteros o por un niño ataviado hermosamente como una doncella con una espada, quien podía cantarla en latín o en mallorquín o catalán antiguo, lo cual informa del último paso para su popularización definitiva en Europa, que no es otro que la progresiva utilización de las lenguas romances en su interpretación.Tres años, pues, había durado el lapsus en el que no se interpretó ahí.Otro episodio comparable se produjo en 1666, cuando el obispo foráneo Pedro Fernando Manjarrés y Heredia mandó que no se interpretara el Canto de la Sibila ni ninguna otra representación en sus iglesias, sin licencia escrita del obispado, so pena de excomunión mayor; si bien dicha norma de supervisión y control o policía nunca dio lugar a que dejase de interpretarse.Su sucesión en 1671 por el mallorquín Bernat Lluís Cotoner supuso la vuelta de las aguas a su cauce.El último paso evolutivo reseñable en clave de género, y que por tanto explica el actual Canto en mallorquín, se produjo tras el Concilio Vaticano II, clausurado en 1965, cuando se admitió la presencia en el presbiterio de niñas o mujeres para hacer las veces de lectoras o monitoras, momento a partir del cual pudieron empezar a ejercer el papel conferido anteriormente a los niños varones.(Las negritas constituyen texto completado gracias a una versión occitana o provenzal, por el filólogo catalán Manuel Milà y Fontanals en 1880, en la órbita de la Renaixença).El texto del Canto de la Sibila en latín, que es como se interpreta en Onteniente, empieza con las siguientes palabras: “Signo del juicio: la Tierra será empapada de sudor” Estos versos nos amenazan con el recuerdo de la proximidad del Juicio Final, y tal y como dice, a nosotros, como hará el mundo, también nos haría falta empezar a sudar por el temor.Este canto tiene una gran fuerza en la melodía y, además, dispone de una letra muy rica e intensa que siempre nos mantiene entre la expresión más salvaje del dolor y la descripción cruda de unos imaginativos desastres, prácticamente todos de tipo natural y cotidianos.Los anuncios de las sibilas los podemos encontrar en diferentes idiomas, puesto que a principios del siglo XIII se tradujeron del latín a las lenguas vulgares (catalán, astur- leonés, castellano…), con un marcado interés pedagógico.Cabe citar que recientemente en determinados lugares se está intentando reintroducir el Canto la Sibila, a saber, en la catedral de Barcelona (2009), en la catedral de Tarragona (2013), así como en diversas poblaciones de la actual Comunidad Valenciana, tales como en Algemesí, Jaraco, Gandía, Sueca, Teulada y en Onteniente, en donde se interpreta en latín desde el año 2000.