Esa cercanía hizo que los alemanes no tuvieran tiempo para destruir el campo en la retirada, por lo que se conserva tal como era en la época de la Segunda Guerra Mundial.
Fue uno de los dos únicos campos alemanes que utilizó el Zyklon B —el otro fue Auschwitz— como gas exterminador, junto con el monóxido de carbono, que también se usaba en las ejecuciones, las cuales eran coordinadas por el SS Oberscharführer Eric Muhsfeldt quien trabajó en ambos campos de exterminio.
Otras fuentes estiman en las víctimas judías en unas 80 000 y otros 200 000 de judíos muertos.
[2] En octubre de 2005, cuatro supervivientes del campo volvieron al lugar donde los aprisionaron en el pasado acompañados de arqueólogos; los ayudaron a localizar en el terreno más de 50 objetos que habían enterrado los prisioneros; estos objetos incluían alianzas, pendientes, relojes y monedas.
Entre ellas figuraban Elsa Erich, Hermine Braunsteiner, Hildegard Lächert y Rosy Suess.