Mauricio fue el único emperador romano oriental, aparte de Anastasio I, que hizo todo lo posible por acometer determinadas medidas en los Balcanes durante la Antigüedad tardía, prestando la debida atención a la seguridad de la frontera norte contra las incursiones bárbaras.
Aunque se cree que sus campañas fueron solo una medida simbólica y que la autoridad romana en los Balcanes se desvaneció inmediatamente después de su derrocamiento en 602, Mauricio estaba logrando impedir el establecimiento eslavo en los Balcanes y casi consiguió mantener la situación de la Antigüedad tardía en la zona.
Cuando Justino II dejó que los ávaros atacaran a los eslavos desde territorio romano, pronto descubrieron dónde se podía obtener más botín.
[2] Para empeorar las cosas, Justino II emprendió una nueva guerra contra Persia, transfiriendo fuerzas al este que eran necesarias en los Balcanes.
[4] Los eslavos, parcialmente bajo el gobierno ávaro, no estaban obligados por el tratado y continuaron saqueando el sur del Danubio.
[3] Sin embargo, Mauricio estableció la paz en 584 al aceptar pagar los cien mil sólidos que habían reclamado originalmente los ávaros.
Sus esfuerzos se vieron obstaculizados por el hecho de que las operaciones en la península eran un asunto completamente defensivo.
La victoria de Comenciolo en Adrianopolis 584/585, poco habitual por entonces, tuvo por consecuencia desviar las incursiones eslavas a Grecia.
Por el momento, sin embargo, tuvo que soportar las incursiones ávaras y eslavas y esperar que sus fuerzas apostadas en Singidunum pudieran desbaratarlas; este contingente bizantino representaba una amenaza constante para la patria ávara, situada allende el Danubio.
Aun así, Mauricio hizo todo lo posible para reforzar sus tropas en los Balcanes, mientras continuaba el saqueo eslavo.
Después de hacer las paces con Persia, aceleró el proceso al despachar tropas a los Balcanes.
Además, tenía la intención de mantener a los ávaros y eslavos alejados del territorio balcánico invadiendo sus tierras.
Al permitir que los soldados complementasen su salario mediante el saqueo de territorio enemigo, les hizo más atractivas las campañas.
[9] En 594, Mauricio relevó a Prisco y lo reemplazó por su propio hermano Pedro, que carecía de experiencia.
[11] Posteriormente, los ávaros se dirigieron a Dalmacia, donde saquearon varias fortalezas, evitando combatir con Prisco.
No podía permitirse el lujo de descuidar la defensa del Danubio, por lo que envió un pequeño destacamento a detener la incursión ávara.
Por el momento, Mauricio había logrado comprar a los ávaros, y ese mismo año se concluyó un tratado de paz con Bayan, el gran kan, que permitía explícitamente las expediciones romanas en Valaquia.
Luego, infringieron el tratado: Prisco avanzó en la comarca de Singidunum y pasó el invierno en ella en 598/599.
No fue tan solo la primera derrota ávara en su patria, sino que en la batalla perecieron también varios hijos más de Bayan.
Sin embargo, cuando Mauricio ordenó al ejército que pasara el invierno de 602/603 en la orilla norte del Danubio para continuar las campañas y ahorrar dinero en acantonamientos, las tropas se amotinaron, como lo habían hecho en 593.
Mientras que Prisco había utilizado su juicio e iniciativa propia, Pedro no se atrevió a desobedecer las órdenes del emperador.
Las provincias se encontraban en una etapa de potencial recuperación; la reconstrucción y el reasentamiento fueron las claves para volver a asegurar firmemente el gobierno romano.
Sin embargo, después de su derrocamiento, esos planes se desviaron, así como las campañas y la posible destrucción o sumisión del Imperio ávaro.
Por lo tanto, Focas no pudo continuar las campañas con la misma escala que antes ni asentar a ningún armenio en los Balcanes.
La guerra civil contra Focas condujo a un sin igual deterioro del frente persa.
Gracias a los afluentes del Danubio accesibles por barco, los asentamientos romanos sobrevivieron como el Veliko Tarnovo actual en el río Yantra, que incluso tiene una iglesia construida en el siglo VII.
Sin embargo, al tener que luchar contra los árabes en el este, no pudo terminar su proyecto.
En Dalmacia, las lenguas romances (dálmata) persistieron hasta fines del siglo XIX y en Macedonia, los antepasados de los aromas modernos, sobrevivieron como nómadas trashumantes.
En resumen, el declive del poder romano en los Balcanes fue un asunto lento que tuvo lugar solo debido a la falta de presencia militar bizantina.
Bizancio podría imponer localmente una regla sobre los eslavos de los Balcanes solo a corto plazo, no lo suficiente como para asimilarlos.