Las desigualdades se acusaban especialmente en el contraste entre las zonas urbanas, con un 11.0 % de analfabetismo, y las rurales, con un 47.1 %.
En la última etapa se potenció un trabajo basado en las medidas adoptadas en el Congreso.
Era además un derecho que debía garantizarse a todos los cubanos, sin discriminación y con carácter gratuito.
Estas brigadas usaban como material el manual Alfabeticemos y la cartilla Venceremos.
Estaba formado por quince lecciones relativas a asuntos de carácter sociopolítico, impregnadas por los contenidos ideológicos de la Revolución cubana, con títulos como "OEA", "INRA", "La Revolución", "Fidel es nuestro líder" o "La tierra es nuestra", entre otros.
También en 1961 se crearon las Brigadas Conrado Benítez,[6] cuyo nombre procede de un voluntario de 18 años que fue asesinado por guerrilleros del Escambray liderados por Osvaldo Ramírez García.
A finales de verano de 1961, las brigadas estaban totalmente en marcha y sumaban, aproximadamente, 178 000 alfabetizadores populares, 30 000 brigadistas obreros y 100 000 brigadistas Conrado Benítez.
[3] Antes de 1959, alrededor del 40 % de los niños cubanos no estaban escolarizados, porcentaje que descendió al 20 % en 1961, lo que fue posible por el incremento del profesorado en las zonas rurales.
[9] La campaña tuvo además la capacidad de movilizar masivamente a la población cubana.