Su paso por este ministerio fue muy fecundo, especialmente por las medidas tomadas en favor de la educación primaria.
Montlivet respondió a estos ataques, destacados por la prensa oficial, con un volumen: "¡Nada!, Diez años de gobierno parlamentario" (1862).
A la caída del Imperio (1870), se aproximó a la opinión republicana conservadora, que su amigo Thiers empezaba a promover, y no disimuló la desilusión que le causaron las tentativas de reconciliación del conde de París con el conde de Chambord.
En una palabra, permanecía fiel a los príncipes, más aún al príncipe, y esta carta tuvo una gran influencia en la evolución del centro derecha cuando se votaron las leyes constitucionales en febrero de 1875.
Pese a su vejez, decidió aceptar el sillón de senador vitalicio que le ofreció la izquierda en 1879, en el Senado, y que conservó hasta su muerte en enero de 1880 en París.
Presenta una gran flor en la que se entremezclan los colores rojo y violeta.