Fue en esta calle, donde vivió y falleció el dramaturgo del Siglo de Oro.[6] En esta calle vive Arturo Barea durante su infancia en una buhardilla, según dice en La Forja de un rebelde, refiriéndose a ella como la calle de las Urosas.También según Barea, "Abajo están las cocheras donde hay más de cien coches de lujo y todos los caballos".[5][4] El elegante local estaba decorado con frescos del pintor romántico Espalter.Su programación se ordenó siguiendo las pautas e “ideología artística” del costumbrismo romántico madrileño en la línea de los artículos costumbristas de la prensa de la primera mitad del siglo xix.