Jornada del 10 de agosto de 1792

Al mismo tiempo se decidió convocar elecciones por sufragio universal para formar una Convención Nacional que asumiera todos los poderes del Estado y redactara una nueva Constitución.Algunos feuillants, singularmente el general Lafayette, creen que la guerra reforzará la posición del ejército.[3]​ Para hacer frente a esta difícil situación, la Asamblea Legislativa aprueba el 29 de mayo, a propuesta de los girondinos, que los miembros del clero refractario puedan ser deportados fuera del reino si veinte ciudadanos activos los denunciaban como «contrarrevolucionarios», y el 9 de junio el llamamiento a los guardias nacionales «federados» para que acudan a defender París.[4]​ Tres ministros girondinos, encabezados por Jean Marie Roland, escribieron el 10 de junio una carta abierta al rey —que al parecer fue escrita por Madame Roland— para que firmara los decretos y que se podía entender como una amenaza, especialmente cuando decía: «de darse una mayor demora, el pueblo, afligido, podría empezar a tener a su rey por amigo y cómplice de los conspiradores».[7]​ También en la capital se condena la invasión de las Tullerías como lo demuestra un escrito con veinte mil firmas presentado a la Asamblea.[9]​ A pesar de que el decreto no había sido sancionado por el rey, los guardias nacionales «federados» fueron llegando a la capital para celebrar una nueva «Fiesta de la Federación» el 14 de julio y luego dirigirse al norte para defender París.[8]​ Mientras tanto, las derrotas del ejército en la frontera norte con los Países Bajos Austríacos continuaban, por lo que el 11 de julio de 1792 la Asamblea Legislativa declara que «la patria se encuentra en peligro».Y dan un plazo a la Asamblea para que cumpla con este programa.Estos marselleses trasladaron a la capital la «atmósfera de guerra casi civil» que ya se vivía en el sur, como lo demostraba la «Canción de guerra del Ejército del Rin», que pronto sería conocida por ello como «La Marsellesa».El día 5, el embajador norteamericano Gouverneur Morris visitó a los reyes, y anotó: «nada digno de mención, salvo que se mantuvieron toda la noche en vela, en espera de ser asesinados».[16]​ Los guardias suizos y los voluntarios que defendían las Tullerías se negaron a rendirse a pesar de que su jefe estaba detenido y el rey y la familia real ya no estaban en el palacio, por lo que se inició el combate.La medida fue aprobada —en aquel momento los diputados monárquicos y la mayoría de los feuillants ya habían abandonado la asamblea—.Como gobierno transitorio y de acuerdo con la Comuna insurgente se constituyó un Consejo Ejecutivo Provisional, formado por los antiguos ministros girondinos y el cordelier Georges Danton, que ocupó la cartera de Justicia.Dos días después cruzaban la frontera francesa del este las fuerzas prusianas al mando del duque de Brunswick, convencido de que «los franceses necesitan que les den una lección inolvidable», a lo que el conde de Provenza, hermano emigrado de Luis XVI, le contestó: «Presumo que los franceses van a defender su país, y no siempre han sido derrotados».Hace no mucho, lo gendarmes trajeron a un cura constitucional ligado y amordazado.
Palacio de las Tullerías , residencia de Luis XVI y de la familia real.
Entrada de los manifestantes en el palacio de las Tullerías el 20 de junio de 1792 (Pierre-Gabriel Berthault, hacia 1800), ( Museo de la Revolución francesa ).
Los manifestantes rodean a Luis XVI (grabado de 1796).
Caricatura de Luis XVI con el gorro frigio y bebiendo a la salud de la nación (1792).
Luis XVI pasa revista a las tropas que defienden las Tullerías, junto con Augustin-Joseph de Mailly , mariscal de Francia.
Enfrentamiento entre los guardias suizos y los insurgentes (dibujo de Henri-Paul Motte, 1892).
Detención de Luis XVI.
Luis XVI en la prisión del Temple , óleo de Jean-François Garneray.