Estas células fueron observadas inicialmente por Karl Wilhelm von Kupffer en 1876.
En 1898, tras algunos años de investigaciones, Tadeusz Browicz, un científico polaco, las identificó correctamente como macrófagos.
[2][3] Estas células se originan en la médula ósea con la generación de promonocitos y monoblastos en monocitos; estos en la sangre periférica completan su diferenciación a células de Kupffer.
Las cadenas proteicas son reutilizadas, mientras que la porción hemo es dividida en hierro que será reutilizado también y en bilirrubina, la cual es conjugada con ácido glucurónico dentro de los hepatocitos y secretada en la bilis.
La fibrosis eventualmente causará cirrosis o pérdida de la función hepática.