En 1604, el año siguiente a la coronación de Jacobo en el trono inglés, fue promulgada una nueva ley relativa a la brujería, Una ley contra la conjuración, brujería y relativa con los espíritus diabólicos y malvados, por la cual se imponía la pena capital por ocasionar daño por medio del uso de la magia o la exhumación de cadáveres para propósitos mágicos.
[10] Las brujas procesadas vivían en Lancashire, un condado inglés que, a fines del siglo XVI, era visto por las autoridades como una región salvaje y sin ley, «legendaria por sus robos, violencia y laxitud sexual, donde la Iglesia era honrada sin que el común de las personas entendiera sus doctrinas».
[11] Desde la muerte de la reina María y el ascenso al trono de su medio hermana Isabel en 1558, los sacerdotes católicos habían sido forzados a esconderse en zonas remotas como Lancashire, donde continuaron celebrando misas en secreto.
Sir John Southworth, cabeza de familia hasta su muerte en 1595, fue un recusante prominente y había sido arrestado varias veces por su negativa a abandonar su fe católica.
[15] Una de las brujas acusadas, Jane Southworth, era la viuda del hijo desheredado, John.
Jane había enviudado pocos meses antes del juicio por brujería en 1612 y contaba con siete hijos.
[19] Pocos minutos después, Law sufrió una apoplejía, de la que culpó a Alizon.
Sobre la base de las evidencias y las confesiones que obtuvo, Nowell decidió que Alizon y otros diez serían juzgados por maleficium (causar daño por medio de la brujería) en los próximos Assizes.
En estas reuniones secretas, se encontraban con sujetos (aunque no seres humanos) con quienes comían, bailaban y tenían trato carnal.
Confirmó que su hijo había muerto por causas desconocidas alrededor del año de edad.
[38] Aunque está escrito aparentemente como un relato al pie de la letra, el libro no es un informe de lo que realmente se dijo en el juicio, sino una reflexión sobre lo que pasó;.
[44] Los jueces indudablemente tenían un gran interés en ser considerados por el Rey James, la cabeza del poder judicial, por haber tratado con determinación a recusantes católicos así como casos relacionados con la brujería, las cuales eran las “dos mayores amenazas para la orden jacobea en Lancashire”.
[6] Quizá JP Robert Holden se hallaba parcialmente motivado en sus investigaciones por un deseo de “ahuyentar a su capellán jesuita”, Christopher Southworth.
En 1618, se le dio la responsabilidad de "recoger los decomisos por las leyes relativas a las alcantarillas, durante veintiún años".