El alfabeto braille español está basado en el braille francés, por lo que se representa la letra ñ (inexistente en francés) con la vocal ï (inexistente en español).
El braille de grado 1 es el sistema de transcripción más empleado y el método único y oficial para la publicación en España, según el acuerdo adoptado por la Comisión Braille Española.
[2] En México, la Ley General para la Inclusión de las Personas con diversidad funcional, no prevé el método de transcripción del braille, sin embargo, lo considera como el sistema para la comunicación representado mediante signos en relieve, leídos en forma táctil por los ciegos.
[4] Existen múltiples asociaciones, bibliotecas y centros de capacitación para ciegos, lo que significa la integración a la sociedad mexicana de este grupo de personas con discapacidad visual.
[5] Sin embargo, no hay todavía una cultura de comercialización editorial debido a la falta de impresoras, y a que un libro traducido al braille es hasta tres o cuatro veces más voluminoso que uno escrito en tinta.