Shumyatski nació en Verjneúdinsk (actual Ulán-Udé) cerca del lago Baikal ubicado en Siberia.
Tras ser detenido nuevamente, fue deportado a la misma región de Siberia donde estaba exiliado en ese entonces, Stalin.
Durante su labor, la cantidad de cines en la Unión Soviética alcanzó un crecimiento exponencial llegando a ocupar aproximadamente 30 000 salas, y las películas mudas fueron suplantadas por los famosos talkies (películas habladas).
La primera película soviética con una banda sonora en su totalidad se estrenó en octubre de 1931.
Esta visión devino en la aparición de toda una comunidad cinematográfica, que se daría a llamar Kinograd (Ciudad del Cine).
Aleksandr Barmín, quien trabajó con Shumyatski en Teherán, observó que se encontraba «dotado de una energía asombrosa, capaz de trabajar todo el día y toda la noche, ansioso e intransigente... la materia de la que están hechos los líderes», y sostenía que su trabajo como jefe de la industria cinematográfica se vio irrealizable debido a las demandas políticas que se le efectuaron.