Pero el proceso fue bastante traumático: cuando murieron los dos hermanos, sin haber cumplido aún los 9 años de edad, se plantea un nuevo dilema sucesorio, ya que no quedan más varones vivos, pero si tres hermanas, doña Felix (ó Felice), doña Juana y doña Estefanía.
Ante la más que cierta posibilidad de que los estados vacantes pasaran directamente a don Blasco, rompiendo nuevamente la línea directa sucesoria, la madre y tutora de los malogrados Giovanni V de Ventimiglia Pignatelli y Ettore, Giovanna Catherina Pignatelli y Tagliavía d’Aragona, decide casar a su primogénita Felice, que aún no contaba los 10 años de edad, con don Blasco, su tío carnal.
Además, se inició ficticiamente un pequeño contencioso sucesorio entre doña Felix y don Blasco: si la dispensa papal se concedía, todos los problemas quedarían resueltos inmediatamente y de un solo golpe.
Pero en la fecha de los acontecimientos, doña Felix no podía tener descendencia, ya que aún no contaba los 11 años de edad: nuevamente, el pleito estaba servido.
Murió en 1692 sin descendencia, habiendo declarado previamentea su hermano Luigi Ruggero de Ventimiglia como su heredero universal.