Así describió el marxista heterodoxo Antonio Gramsci la originalidad de los consejos: Aunque estos hechos sucedieron en gran parte en Turín, esta militancia recorrió Italia con campesinos y trabajadores que tomaban fábricas y tierra.
Durante este período, la Unión Sindical Italiana (USI) se incrementó a 800.000 miembros y la influencia de la Unión Anarquista Italiana (20.000 miembros más Umanità Nova, su diario) creció por consiguiente.
El reportero marxista galés, Gwyn Williams dice claramente en su libro "Orden proletario" (pg.
Los anarquistas fueron los primeros en sugerir a los obreros tomar los lugares de trabajo y ponerlos en funcionamiento.
La patronal exige al gobierno intervenir para frenar a los trabajadores, éste en cambio le requiere cumplir con las regulaciones industriales ya existentes.
Los líderes socialistas, si bien simpatizaban con el movimiento, dudaban que los anarquistas tuvieran organización y liderazgo para desarrollar una lucha de largo plazo, y prefirieron pactar con el gobierno desde una "posición de fuerza".
Las demandas de los jefes eran imponer otro contrato a la FIOM para modificar el control directivo.
Las disputas dentro de la revuelta se dieron entre los sectores moderados del Partido Socialista Italiano que querían sólo lograr mejoras laborales, los sectores radicales del mismo partido liderados entre otros por Antonio Gramsci que estaban influenciados por la reciente revolución rusa de 1917 y que posteriormente fundarían el Partido Comunista Italiano, y los sectores de obreros y campesinos anarquistas entre los que se encontraba como líder y teórico sobresaliente Errico Malatesta así como el rol trascendental de la federación sindical Unione Sindacale Italiana (USI) de tendencia anarcosindicalista.
Al contrario de las disensiones en el Partido Socialista Italiano entre "radicales" y "moderados" sobre las tácticas a seguir, los fascistas de Mussolini, con una base antisocialista y anticomunista, utilizaron como táctica básica a la violencia contra personas y bienes, violencia ejecutada por un grupo paramilitar creado específicamente para ello: los camisas negras.
Mussolini aprovechó el miedo de los industriales y se mostró como decidido opositor del bienio rosso, empleando desde 1921 a sus belicosos camisas negras para someter por la violencia a los líderes izquierdistas que intentaran repetir las huelgas de 1919-1920.
Con ello, Mussolini terminó subiendo al poder poco después en tanto el fascismo fue apoyado como "prevención contrarrevolucionaria", lanzado como resultado de la fracasada revolución.