Sin embargo, este género literario experimentó una lenta evolución a través del Antiguo y el Nuevo Testamento.Así se aplica el término «μάκαρ» («mákar»), más antiguo pero afín a «μακάριος» («makarios»).Por extensión, el término «μακαρίτης» (que significaría «bendito») es, desde su primera aparición en la obra «Los persas», del dramaturgo griego Esquilo, aplicado de forma circunscripta a los muertos.En griego antiguo, quizá la palabra principal para significar felicidad es «eudaimonia» (literalmente «espíritu bueno» o «dios bueno»), y a partir de ella se desprende una constelación de términos estrechamente relacionados, que incluye «eutychia» (suerte), «olbios» (bendecido, favorecido), y «makarios» (bendecido, feliz, dichoso).En una etapa más avanzada, «makarios» («μακάριος») constituye un epíteto que se aplica sólo a los hombres.En muchos casos se añade un segundo miembro a la expresión que puede estar en tiempo presente o futuro.Muchas otras utilizan diferentes giros literarios (por ejemplo, «en verdad os digo») o nexos causales.Los libros sapienciales mencionan numerosos puntos que convergen hacia la felicidad, según los criterios de su época y de su religiosidad: «dichoso» el que teme a Yahveh: será poderoso, bendecido, tendrá hacienda, riqueza (Salmo 112:1-3), tendrá una esposa fecunda y muchos hijos (Salmo 128:1-3).Sin embargo, el sabio verdadero no limita su horizonte a la retribución deseada en este mundo.Pero Job no manifiesta satisfacción alguna con esa respuesta: «¡Ah, si pudiese pesarse mi aflicción, si mis males se pusieran en la balanza juntos!Pero las preguntas que Job formuló en medio de su sufrimiento permanecen flotando para los mortales, sin respuesta aparente en ese momento.Cuando se afirma la creencia en la «vida eterna» o, mejor, en la «resurrección de los cuerpos», que aparece por primera vez como texto griego en el Libro II de los Macabeos 7 (escrito hacia fines del siglo II a. C. y comienzos del siglo I a. C.),[Nota 1] esta esperanza hace brotar nuevos valores.[2] Así, los sabios coinciden en que la «bienaventuranza» no está tanto en los bienes personales como en obrar justamente.Este discurso se encuentra recogido casi íntegramente en el sermón de Mateo, pero sus perspectivas parecen ser algo distintas.Si bien estas dos series de bienaventuranzas se sitúan en dos planos distintos, parecen ser complementarias y convergentes.
Le sermon sur la montagne
(
El sermón de la montaña
, 1895-1897), obra del francés
James Tissot
(1836-1902). Acuarela opaca sobre grafito en papel vitela gris.
Museo Brooklyn
.
Busto que representa a
Esquilo
, autor de «
Los Persas
», obra en que se aplica el término «
μακαρίτης
» a los muertos.
Job y sus amigos
(1869). Óleo sobre lienzo de Ilya Yefimovich Repin (1844–1930). Museo del Estado ruso, San Petersburgo. Las explicaciones que del mal le dan sus amigos «sabios» no le sirven a Job en medio de su sufrimiento.
«El martirio de los siete macabeos» (1863), de
Antonio Ciseri
. El martirio de los siete hermanos macabeos delante de su propia madre, martirizada al final, constituye el trasfondo dramático para la explicitación en la Biblia griega de un nuevo alcance en el concepto de «bienaventuranza»: la fe en la «resurrección de los cuerpos».
El
Sermón del monte
, óleo sobre tela del pintor danés Carl Heinrich Bloch (1834–1890).