[5] Tanto la versión original como la novela gráfica tuvieron una recepción crítica positiva y recibieron reconocimientos institucionales, entre ellos del Senado de la Nación Argentina, por el impacto social que generaron.
Un día es secuestrada por una red de trata de personas y llevada a la fuerza a un prostíbulo ubicado en Lanús, donde sufre continuos maltratos por parte del proxeneta conocido como el Rata y sus secuaces, quienes la golpean y la drogan con cocaína para evitar que se quede dormida durante las quince horas diarias en que la prostituyen.
[8] Tiempo después, Beya decide fingir que se enamora del Rata, además de mostrar una actitud más sumisa hacia él.
Esto lo lleva a tener más consideraciones hacia Beya, entre ellas una reducción de las horas diarias en que era prostituida.
Con el tiempo se gana la confianza del Rata, pero continúa rezando para afrontar su situación.
[8] Un día, una de las otras mujeres secuestradas intenta pedir ayuda para escapar, por lo que el Rata la golpea salvajemente hasta dejarla moribunda y le pide a Beya que le dispare el tiro de gracia.
Beya recobra sus fuerzas y un día encuentra una metralleta dejada en su cuarto por el teniente López.
[8] Estructuralmente, la obra está dividida en tres capítulos y hace uso reiterado de frases en octasílabos.
[8] Laura Cardona, en un artículo del diario La Nación, se refirió al relato como «un texto riquísimo y necesario» en el que «todo resulta impactante».
[12] La obra fue adaptada en formato novela gráfica y publicada en 2013 con el nombre de Beya (Le viste la cara a Dios) por la editorial Eterna Cadencia.