En el reino de Aragón se creía que los reyes eran seres sobrenaturales, seleccionados directamente por Dios para este menester, y los poderes reales debían pasar por línea directa de padres a hijos o a hermanos.
A la muerte de Pedro I su viuda doña Berta se quedó en Aragón durante un año.
Era éste el plazo imprescindible ya que, podía alumbrar un hijo del rey difunto.
Pero no hubo niño, así es que doña Berta no pudo seguir en el reino como regente, según las leyes existentes en Aragón: A pesar de todo se sabe por los documentos hallados que doña Berta sigue firmando asuntos importantes con el título de reina.
En las normas existentes para el funcionamiento del reino, se dice que la existencia de dote en el matrimonio puede condicionar que los futuros hijos puedan ser o no reyes de Aragón.
Estas poblaciones que constituyen la dote no se entregan con título de reino.
Se le dan a la reina para que las posea y gobierne, pero siempre de mano del rey.
El tenente ejercía las funciones delegadas del rey, tanto en administración como en ejecución de la justicia.
Los ingresos se repartían en partes iguales entre el tenente y el rey, en caso de tierras dotales con la reina.