En ella, la flota francesa fue derrotada por la aragonesa comandada por el almirante Roger de Lauria.
En Aragón, el rey Pedro el Grande había ofendido a los nobles debido al vigoroso ejercicio de la autoridad real, recibiendo escaso apoyo por su parte.
Los aragoneses rodearon las líneas enemigas, provocando la retirada de los genoveses y el desastre para los franceses.
La derrota francesa fue seguida, como era habitual en las guerras navales del Medievo, por una matanza masiva.
En mar abierto, los franceses fueron derrotados el 3 de septiembre y toda su flota capturada o hundida.