Rondeau traspasó entonces el mando a Martín Rodríguez, pero este fue derrotado y tomado prisionero en El Tejar; sin embargo el oficial Mariano Necochea logró escapar y llevar la noticia al campamento patriota.
A los pocos días de marchar fue sorprendida la indicada vanguardia por los granaderos a caballo, los dragones del Perú, que así se titulaba este cuerpo, y los gauchos de Salta y Jujuy, que los mandaba el coronel Martín Güemes.
Iban incorporados a la vanguardia, el batallón de cazadores del ejército, que lo mandaba el sargento mayor Rudecindo Alvarado, y con toda esta fuerza se batió esta división enemiga al romper el día, la que fue hecha mil pedazos y puesta en completa derrota.” El ejército patriota se formó con la infantería al centro y dos alas de caballería.
Desplegada la línea se comenzó el avance y más de 1.000 hombres, dando terribles alaridos, atacaron a los 300 sorprendidos y “apenas despiertos” (al decir de Paz) enemigos que había en el campamento.
Pezuela, al enterarse del desastre, debió destinar parte de sus tropas a formar otra vanguardia.