Batalla de Monte Santiago

Representantes del movimiento reunidos en el Congreso de la Florida, solicitaron la reincorporación a las Provincias Unidas del Río de la Plata lo que fue aceptado por el Congreso Argentino, iniciándose la guerra.Sin embargo, la escuadra argentina seguía siendo muy débil como para enfrentar con éxito probable a las divisiones imperiales restantes, especialmente desde que la fragata 25 de Mayo había sido inutilizada en el combate de Quilmes.El puerto de Buenos Aires estaba bloqueado desde mediados de 1826 por una importante fuerza naval, la segunda división imperial, que contaba con una fragata con 38 cañones, cuatro corbetas, cinco bergantines y cuatro sumacas, estacionadas habitualmente a 8 millas al E.S.E.En el lugar abandonado por su flota, Brown hizo fondear otras cuatro naves para que no se notara la partida.Dejando de lado los buques que permanecieron como apoyo pero no empeñaron combate, las naves brasileñas que participaron en la división al mando de Norton fueron las siguientes: Patrullando el canal de acceso situado al oeste del banco Ortíz: Fondeada en el extremo occidental del banco Ortíz, a 8 millas al E.S.E.Brown intentó pasar inadvertido y teniendo en cuenta que el viento había cambiado al E y era más fuerte mudó rumbo al E.S.E., pero fue descubierto por el vigía de la Maceió.[21]​ Mientras la Congreso mantenía su posición a cubierto, la Sarandí, de menor calado, fondeaba valientemente en línea con los buques varados para sumar su fuego.Mientras, las naves de la división Norton se reunían y alistaban para lo que consideraban sería el golpe definitivo a la escuadrilla republicana.Brown, asumiendo la situación, resolvió salvar lo que fuera posible y luchar hasta el final.El viento seguía arreciando del norte y la línea brasilera inició su aproximación.Si bien era evidente para Norton la desesperada situación de los argentinos, la fuerza del viento y la turbulencia del mar entre los bajíos hacía arriesgado el uso de botes y cañoneras para atacar y enviar a las naves mayores las arriesgaba a quedar varadas, por lo que resolvió avanzar gradualmente para cañonear a distancia.Viendo la actitud de su adversario, después del mediodía Brown ordenó economizar la munición y a las 18 el almirante Pinto Guedes que se había aproximado al frente pero sin participar de la lucha con las fragatas Ipiranga e Imperatriz (John Charles Pritz) dio órdenes similares a Norton.La misma pena sufriría quien arriase la bandera, sin orden expresa del comandante, dada personal y directamente, o indujese a que se hiciera (...) Si varado un bajel, acosado de enemigos y estando su comandante dispuesto a defenderlo, se le impondrá pena de vida, al que sin su orden expresa lo desamparase."En el ínterin habían llegado de Colonia la corbeta Jurujuba y otras 2 goletas, aunque tendrían escasa participación en la lucha.El Independencia había disparado 3400 tiros agotando su munición por lo que comenzó a utilizar eslabones de cadena del ancla.Al ser socorrido les dijo a sus hombres que no era nada y que siguieran disparando ("Isto no e náo, vao continuando com o fogo"), muriendo pocos minutos después en la cubierta de su buque.Luego de haber desembarcado a los heridos y prisioneros, le prendieron fuego al casco por ser ya inservible.Al acercarse la noche, agotada la munición y ante la imposibilidad de salvar el República, ya destruido, Brown dio órdenes de abandonarlo y trasladar la tripulación a la Sarandí tras lo que se prendió fuego al buque.Por su parte, un cañón traído desde Ensenada hizo fuego desde tierra sobre la flota imperial, pero a gran distancia y sin efecto alguno.A las 10 de la noche la Sarandí la siguió y los buques sobrevivientes consiguieron burlar la escuadra enemiga.El coronel MacDonald, de la Royal Horse Artillery, que presenció la segunda jornada de la batalla afirmaba: "Durante el combate Brown y sus oficiales se comportaron con bravura y devoción.No tengo palabras para expresar mi admiración por la conducta del almirante Brown, nunca un hombre en situación similar se comportó con tanto celo y gallardía."El despacho del cónsul inglés Lord Ponsonby a Londres afirmaba que "Será difícil de encontrar, aún en nuestra brillante historia naval, una acción más audaz".La flota argentina quedó reducida a unas pocas goletas y cañoneras que solo alcanzaban para defender el puerto, hostigar los avances imperiales sobre el puerto del Salado al sur y por el norte dar apoyo de convoy a los transportes de refuerzos y abastecimientos al frente oriental.El embajador británico en Río de Janeiro, Sir Robert Gordon, escribiría a lord Ponsonby: "Los recursos de este Imperio parecen inmensos y creyendo como yo que Brown -grande como es- no puede con sus goletas aniquilar a la armada brasileña, simplemente tendrá Ud.
Puerto de Buenos Aires.
Brown (óleo de F.Goulu, 1825).
Almirante Pinto Guedes.
Goleta Sarandí.
John Halstead Coe.