Guatavita y Funza siempre se habían disputado la dirección del Zipazgo, por lo que esta rebelión no resultaba nueva.
Esta oportunidad se presentaba propicia para Michuá, pues de este modo los Zaques podrían volver a tener el control en todo el territorio muisca.
Ante esta ofensa, Michuá reunió un ejército de 40.000 güechas (guerreros muiscas) y se dirigió a la frontera con el Zipazgo.
Michuá esperaba así que el Zipa le pidiera perdón y aceptara su autoridad, pero Saguamanchica, por el contrario, le hizo frente; rápidamente reunió, con la ayuda del Utatiba (gobernante local) de Sopó, un ejército aún más numeroso que el del Zaque, y se dirigió al encuentro de su adversario.
Tan inesperada decisión del Zaque hizo que en el ejército contrario se burlaran de su cobardía.