El bombardeo naval italiano no solo destruyó las naves enemigas, sino que causó estragos en la ciudad de Beirut.
Los dos cruceros italianos arribaron ante el puerto enemigo e hicieron un disparo de fogueo a los barcos anclados en la rada.
[1] Disparó además un torpedo para destruir totalmente la Avnillah, que se desvió e impactó en unas barcazas cercanas, de las cuales hundió seis.
[8] El crucero disparó un segundo torpedo que dio de lleno en la corbeta, que se hundió hacia las once en las someras aguas del puerto; los cruceros italianos se retiraron hacia el norte.
[10] El ataque italiano acabó con las fuerzas navales otomanas de Beirut, eliminó la amenaza a los transportes que cruzaban el Mediterráneo oriental y garantizó que Italia gozase del dominio del Mediterráneo meridional durante el resto de la guerra.
[11] Por su parte, los italianos no sufrieron bajas ni desperfectos, pues ningún proyectil enemigo alcanzó a los cruceros.
[10] El Gobierno otomano ordenó cuatro días después a los valiatos de Beirut, Alepo y Damasco que expulsasen a los ciudadanos italianos que se encontrasen en ellos, más de sesenta mil, como represalia por el ataque.