Banderilla (tauromaquia)

En la tauromaquia, la banderilla (también llamada rehilete, garapullo o avivador) es un palo delgado, de unos 70 a 78 centímetros de largo, recubierto y adornado con papel picado y arpón, empleado en la lidia para avivar al toro.

Las banderillas reciben también el nombre coloquial de avivadores o alegradores, porque sirven para reanimar y excitar al toro sin quitarle fuerzas.

Normalmente, son los subalternos quienes realizan este cometido, llamados por ello banderilleros, si bien excepcionalmente puede realizarlo el espada, para lucirse al son de la música o cuando es especialmente diestro en esta suerte.

Según parece, mientras otras suertes han decaído desde los tiempos de Montes, Romero y Costillares, la de banderillas se ha perfeccionado notablemente, influyendo los adelantos introducidos por toreros como Antonio Carmona, el Gordito, Rafael Molina "Lagartijo", Fernando Gómez "El Gallo", Rafael Guerra "Guerrita", Antonio Fuentes y otros, que antes de ser espadas fueron buenos banderilleros.

Para conseguir esto, el banderillero debe juntar las manos y alzar los codos, pues las que se clavan alargando los brazos y formando con las banderillas línea recta, son de poco mérito, aunque se claven en lo alto.

Este medio es difícil y de mérito, siendo por tanto el menos empleado.

Consiste en aprovechar la salida del toro, de oro par o cuando viene empapado en un capote.

Basta para esto llegar a su terreno, cuadrar y meter los brazos, saliendo sin precipitación porque el toro, ya castigado, no suele revolverse.

Serocura que el toro esté algo terciado con las tablas y frente a su cabeza se coloca el banderillero llamándole, arrancando pronto y formando poco círculo; al llegar a la cabeza le clava los palos sin cuadrar y sigue su viaje buscando el callejón, si lo cree necesario.

Se sitúa el torero a buena distancia del toro, alegrándole y esperándole a pie firme, y al humillar la fiera para dar el derrote, se sale el banderillero del embroque por medio de un quiebro de cuerpo y por medio de un paso atrás del lado que le convenga.

El banderillero, moviéndose muy poco o nada, debe quedar en su puesto viendo marchar a la fiera.

Toro con banderillas clavadas.
Citando al toro para la suerte de banderillas.